Yo sé un himno
gigante y extraño
que anuncia en la noche
del alma una aurora,
y estas páginas
son de ese himno
cadencias que el aire
dilata en las sombras.
Yo quisiera escribirle,
del hombre domando
el rebelde mezquino idioma,
con palabras que fuesen
a un tiempo suspiros y risas,
colores y notas.
Pero en vano es luchar;
que no hay cifra
capaz de encerrarle,
y apenas Oh hermosa!
si teniendo en mis manos
las tuyas pudiera al oído
cantártelo a solas.
Adolfo Becquer.
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