viernes, 20 de marzo de 2009

Nos olvidamos...

¿Nos olvidamos, a veces, de nuestra sombra o es que nuestra sombra nos abandona de vez en cuando?

Hemos abierto las ventanas de siempre. Hemos encendido las mismas lámparas. Hemos subido las escaleras de cada noche, y sin embargo han pasado las horas, las semanas enteras, sin que notemos su presencia.

Una tarde, al atravesar una plaza, nos sentamos en algún banco. Sobre las piedritas del camino describimos, con el regatón de nuestro paraguas, la mitad de una circunferencia. ¿Pensamos en alguien que está ausente? ¿Buscamos, en nuestra memoria, un recuerdo perdido? En todo caso, nuestra atención se encuentra en todas partes y en ninguna, hasta que,de repente advertimos un estremecimiento a nuestros pies, y al averiguar de qué proviene, nos encontramos con nuestra sombra.

¿Será posible que hayamos vivido junto a ella sin habernos dado cuenta de su existencia? ¿La habremos extraviado al doblar una esquina, al atravesar una multitud? ¿O fue ella quien nos abandonó, para olfatear todas las otras sombras de la calle?

La ternura que nos infunde su presencia es demasiado grande para que nos preocupe la contestación a esas preguntas.

Quisiéramos acariciarla como a un perro, quisiéramos cargarla para que durmiera en nuestros brazos, y es tal la satisfacción de que nos acompañe al regresar a nuestra casa, que todas las preocupaciones que tomamos con ella nos parecen insuficientes.

Antes de atravesar las bocacalles esperamos que no circule ninguna clase de vehículo. En vez de subir las escaleras, tomamos el ascensor, para impedir que los escalones le fracturen el espinazo. Al circular de un cuarto a otro, evitamos que se lastime en las aristas de los muebles, y cuando llega la hora de acostarnos, la cubrimos como si fuese una mujer, para sentirla bien cerca de nosotros, para que duerma toda la noche a nuestro lado.


Oliverio Girondo.

jueves, 19 de marzo de 2009

Preguntitas.

Nunca te preguntaste dónde guardaste tus deseos,
en qué rincón de tu alma siguen abiertos,
dónde están las noches las lágrimas los besos las cosas
irrelevantes
las nubes los rubíes los amores
que soñaste,
dónde está lo que tuviste
y se escurrió así lento
entre tus manos,
cuándo porqué para qué
lo dejaste ir,
quién se lo llevó,
el tiempo, la vida, la gente, vos,
tu vejez, la tristeza,
o esa,
la mirada que nunca te miró.

viernes, 13 de marzo de 2009

Comunión plenaria.

Los nervios se me adhieren
al barro, a las paredes,
abrazan los ramajes,
penetran en la tierra,
se esparcen por el aire,
hasta alcanz ar el cielo.

El mármol, los caballos
tienen mis propias venas.
Cualquier dolor lastima
mi carne, mi esqueleto.
¡Las veces que me he muerto
al ver matar un toro!...

Si diviso una nube
debo emprender el vuelo.
Si una mujer se acuesta
yo me acuesto con ella.
Cuántas veces me he dicho:
¿Seré yo esa piedra?

Nunca sigo un cadáver
sin quedarme a su lado.
Cuando ponen un huevo,
yo también cacareo.
Basta que alguien me piense
para ser un recuerdo.


Oliverio Girondo.

miércoles, 11 de marzo de 2009

Una florcita.

Después del abandono queda la incertidumbre del encuentro, los ojos hinchados como dos huevos en la oscuridad que es más oscura cuando se sienten las cosas un poco más profundas. Después de que pasa el tiempo quedan las esperanzas, las inútiles e inservibles e inmundas esperanzas que ocupan el vacío que el presente no puede llenar, plantan una semilita que se convierte en primordial.
Entonces pasa. Y algún día, cuando ya es algo secundario, asoma su tallo tímido y nos hace sonreír frente al espejo.

lunes, 9 de marzo de 2009

Boca de llanto.

Boca de llanto, me llaman
tus pupilas negras,
me reclaman. Tus labios
sin ti me besan.
¡Cómo has podido tener
la misma mirada negra
con esos ojos
que ahora llevas!

Sonreíste. ¡Qué silencio,
qué falta de fiesta!
¡Cómo me puse a buscarte
en tu sonrisa, cabeza
de tierra,
labios de tristeza!

No lloras, no llorarías
aunque quisieras;
tienes el rostro apagado
de las ciegas.

Puedes reír. Yo te dejo
reír, aunque no puedas.



Jaime Sabines.

martes, 3 de marzo de 2009

Miedos.

Tememos amar. Han sido tantas las veces en las que hemos creído que por fin nuestro día ha llegado, tantos los sinsabores de la derrota que optamos por tenerle miedo al desencuentro. El encuentro no es la única opción. Buscar es ante todo asumir el riesgo de no encontrar o de encontrar lo que estamos buscando. Buscar es el reino de la posibilidad y no el de la certeza. Ante todo, hay que estar dispuestos a asumir las consecuencias.

domingo, 1 de marzo de 2009

Galeano.

Está visto, y los ciegos lo ven, que cada persona contiene otras personas posibles, y cada mundo contiene su contramundo. Esa promesa escondida, el mundo que necesitamos, no es menos real que el mundo que conocemos y padecemos.

Bien lo saben, bien lo viven, los aporreados que todavía cometen la locura de volver al camino, una vez y otra y otra, porque siguen creyendo que el camino es un desafío que espera, y porque siguen creyendo que desfacer agravios y enderezar entuertos es un disparate que vale la pena.

Yo me manejo bien con todo el mundo.

Yo me manejo bien con todo el mundo,
en eso mi padre puede estar tranquilo:
él me ha dejado en vida sus ahorros
Y yo corro con los gastos del asilo.
Como mi mujer, cuando nos vemos, nunca
tenemos el más mínimo conflicto:
ella se ocupa de alimentarme los niños
y yo le paso un tanto al mes por los servicios.
No sé a qué viene, portera, que vaya usted por ahí
contando groserías de mí.
Que al jefe siempre estoy listo a servirlo,
lo que me dice coincide con lo que pienso,
le tapo sus chapuzas, le presto mi piso
y él me recomienda para un ascenso.
A los subordinados sé tratarlos
con mano izquierda, les llamo camaradas,
ellos pregonan que soy muy campechano
y a cambio no me piden nunca nada.
No me cabe en la cabeza lo que llegan a escribir
en las paredes del retrete de mí,
que me llevo bien con las autoridades,
jamás los llamo con nombres soeces,
yo les consiento sus barbaridades
y ellos cuidan de mis intereses.
En las cuestiones espirituales,
con las sotanas me entiendo de perlas,
yo les financio sus bienes temporales
y ellos tramitan mi salvación eterna.
No sé cómo hay quien se atreve en esta comunidad
a poner en duda mi moralidad.


Joan Manuel Serrat.