lunes, 23 de febrero de 2009

Nights.

Estoy cansada, ¿de qué? De todo. No sé qué es todo, no sé de qué estoy cansada. Quiero que las cosas terminen y vuelvan a empezar y que no se queden quietas, como si yo fuera la responsable de hacerlas funcionar. La noche viene y ya me preparo para encontrarme y para decir miles de cosas que no quiero decir, y después se va y es sólo cuestión de arrepentirme, de intentar medir mi estupidez, de perderme en la incertidumbre de no saber quién soy a cada paso. Y qué imposible es conocerme, si cambio tanto que hasta haría mucho esfuerzo para por fin definirme y poder describirme en una sola cosa. Pero qué hacer con todo esto que me pasa, con el olor a café quemado y la humedad, los besos que desea mi boca y sin embargo están tan lejos porque la noche es así de jodida, de repente soy yo con el mundo y no me atrevo a mirarlo por miedo a que se me parezca, por miedo a que no. Y mi cabecita empieza a tejer pensamientos débiles, se cae uno y viene otro, y así pasan las horas frente a una pantalla o frente a las páginas amarillentas de un libro que no sabe quién soy. Entonces quiero adelantar el tiempo como si pudiera, me siento fuerte y poderosa. Y llegás vos, y ahí sí que se arma porque te sumás a la lista de cosas mías que no sé definir, no sé si sos importante, si me daría lo mismo que estuvieras tocándome el pelo o escupiéndome, o que estuvieras lejos, en otro país, en otra ciudad. No soportaría que me olvides, y sin embargo lo necesito tanto, quiero irme para siempre de vos, que no sepas mi nombre, no dolerte, no importarte. Pero qué feo se va a sentir cuando sepa que te fuiste, que no sabés mi nombre, que soy nada. Entonces eso va a ser peor que la noche, que las horas que me pesan como un equipaje que alguien me obliga a cargar, sos vos, soy yo, somos nosotros que estamos tan horriblemente juntos.

jueves, 19 de febrero de 2009

2.

Es probable que ya me hayas olvidado, que te hayas llenado de sensaciones nuevas. Es muy probable que mi nombre no sea más que una enorme abstracción, y hasta lo hayas reemplazado por otro mucho más táctil. Es visible, obvio, evidente que trabajaste duro y con esfuerzo para borrarme y para que yo sea nada más una sensación pasada. Y así me comió tu tiempo como una telaraña. Hasta que de entre sus débiles hilos reviva y te recuerde quién sos: todo eso que creés haber olvidado.

domingo, 8 de febrero de 2009

1.

La soledad no es estar parada en el muelle, a la madrugada, mirando el agua con avidez. La soledad es no poder decirla por no poder circundarla por no poder darle un rostro por no poder hacerla sinónimo de un paisaje. La soledad sería esta melancolía rota de mis frases.


Alejandra Pizarnik.

Robado de acá.

martes, 3 de febrero de 2009

Sensibilidad y acción.

El mundo es de quien no siente. La condición esencial para ser un hombre práctico es la ausencia de sensibilidad. La cualidad principal en la práctica de la vida es aquella cualidad que conduce a la acción, esto es, la voluntad. Ahora bien, hay dos cosas que estorban a la acción –la sensibilidad y el pensamiento analítico, que no es, a fin de cuentas, otra cosa que el pensamiento con sensibilidad. Toda acción es, por naturaleza, la proyección de la personalidad sobre el mundo exterior, y como el mundo exterior está en buena y en su principal parte compuesto por seres humanos, se deduce que esa proyección de la personalidad consiste esencialmente en atravesarnos en el camino ajeno, en estorbar, herir o destrozar a los demás, según nuestra manera de actuar. Para actuar es necesario, por tanto, que no nos figuremos con facilidad las personalidades ajenas, sus penas y alegrías. Quien simpatiza, se detiene. El hombre de acción considera el mundo exterior como compuesto exclusivamente de materia inerte –inerte en sí misma, como una piedra sobre la que se pasa o a la que se aparta del camino; o inerte como un ser humano que, por no poder oponerle resistencia, tanto da que sea hombre o piedra, pues, como a la piedra, o se le apartó o se le pasó por encima. El máximo ejemplo de hombre práctico, por reunir la extrema concentración de la acción junto con su importancia extrema, es la del estratega. Toda la vida es guerra, y la batalla es, pues, la síntesis de la vida. Ahora bien, el estratega es un hombre que juega con vidas como el jugador de ajedrez juega con las piezas del juego. ¿Qué sería del estratega si pensara que cada lance de su juego lleva la noche a mil hogares y el dolor a tres mil corazones? ¿Qué sería del mundo si fuéramos humanos? Si el hombre sintiera de verdad, no habría civilización. El arte sirve de fuga hacia la sensibilidad que la acción tuvo que olvidar.


[Fernando Pessoa]